Los Valores Democráticos
se Imponen en Holanda a
la Extrema Derecha
José Eduardo Jorge
En un test relevante antes de las elecciones para la presidencia de Francia, el partido del primer ministro Mark Rutte derrotó en comicios parlamentarios al líder racista, opuesto a la Unión Europea, Geert Wilders. Por qué un freno al nacionalismo étnico en Europa es importante para la Argentina y el resto de América Latina
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La democracia a escala global está en un momento delicado. El Siglo XXI ha creado paulatinamente un clima cada vez más desapacible para las instituciones y libertades democráticas, que habían logrado prosperar como nunca antes a fines de la centuria previa.
De acuerdo con un nuevo informe de Freedom House –una de las principales organizaciones no gubernamentales que hacen un seguimiento permanente del estado de la democracia en el mundo-, las libertades políticas y civiles registraron en 2016 once años consecutivos de declive.
No se trata por ahora de un retroceso lo bastante marcado para hablar de un movimiento en reversa, pero el año pasado la tendencia se agravó: dejó de estar concentrada en los países con regímenes autoritarios o semidemocráticos e hizo eclosión en democracias firmemente establecidas.
Democracias Establecidas en Tensión
Dos sucesos inesperados encendieron en 2016 todas las luces rojas: el Brexit –el triunfo de la opción por abandonar la Unión Europea (UE) en el referéndum realizado en Gran Bretaña- y la victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales norteamericanas.
Ambos resultados –que fueron por márgenes estrechos y dejaron quizá sociedades más divididas que antes- demostraron la fuerza de las reacciones nacionalistas, populistas y, con frecuencia, intensamente xenófobas, que ganaron tracción durante los últimos años en varias de las democracias posindustriales.
Quedó abierto así un signo de interrogación no solo sobre el futuro de la Unión Europea, sino de todo el orden internacional, igual que sobre las perspectivas de la democracia, los derechos humanos y el estado de derecho, ya desafiados por un renovado empuje de las potencias donde el autoritarismo ha sido reafirmado y fortalecido.
El calendario de elecciones en Europa previsto para 2017 adquirió en este contexto una importancia crucial. Avances ulteriores de las fuerzas xenófobas y “euroescépticas”, en especial si el Frente Nacional de Marine Le Pen alcanzara la presidencia de Francia, podrían dar consistencia definitiva a un giro del escenario político internacional. Si el electorado, por el contrario, ratificara su apoyo a los valores democráticos y al proyecto de la UE, quizá el nacionalismo étnico empezara a perder impulso.
Estos acontecimientos tienen ramificaciones profundas para la situación de nuestros países de América Latina –y de la Argentina en particular-, pese a su aparente lejanía a los ojos de una parte del público. No solo porque una ola proteccionista en el mundo desarrollado causaría grandes perjuicios a las economías de la región. Un cambio decidido del clima político global en una dirección adversa para los derechos humanos y las libertades civiles y políticas sería una influencia negativa sobre democracias que funcionan, en su mayoría, con instituciones imperfectas y principios democráticos solo parcialmente arraigados.
Nuestro país, donde las fuerzas políticas se distinguen por su baja densidad ideológica y su correlato, el oportunismo, ya ha mostrado signos incipientes de ese influjo. En coincidencia con el ascenso de Trump, irrumpió en el espacio público una peligrosa retórica anti-inmigratoria, que tuvo un punto culminante en las controvertidas declaraciones del senador Miguel Ángel Pichetto (FPV) sobre los residentes de Bolivia, Perú y Paraguay. Y el gobierno emitió un decreto para endurecer los controles migratorios, que el New York Times comparó, pese a su menor alcance, con las medidas adoptadas por Trump.[1]
Las Elecciones en Holanda
Una señal positiva para Europa había llegado en diciembre del año pasado desde Austria, que eligió a su nuevo presidente –un cargo que ha tenido históricamente un rol ceremonial-. El candidato independiente Alexander Van der Bellen derrotó en forma ajustada al ultraderechista Norbert Hofer, que había dicho que lo mejor para el país era estar fuera de la UE y prometido un referéndum sobre la participación en el bloque si éste daba pasos adicionales hacia la integración. El riesgo de abandonar la UE, así como el impacto del Brexit y el éxito de Trump, parecen haber ayudado a Van der Bellen.
La pasada semana, Bruselas y las demás capitales de Europa recibieron con alivio y satisfacción el resultado de las elecciones parlamentarias en Holanda, que eran consideradas un test relevante antes de la decisiva “batalla por Francia” en las presidenciales de abril. Le Pen pasará casi seguramente a la segunda vuelta –a celebrarse en mayo-, junto con el candidato centrista Emmanuel Macron, que lleva una leve ventaja en las encuestas.
El partido del primer ministro de Holanda, Mark Rutte –el VVD, una agrupación liberal de centro-derecha, que ha gobernado hasta aquí en coalición con el socialdemócrata PVDA- se impuso el miércoles 15 de marzo por amplio margen al líder racista, opuesto a la Unión Europea, Geert Wilders, que había encabezado por largo tiempo los sondeos.
El ministro de asuntos exteriores francés, Jean-Marc Ayrault, felicitó a los holandeses por “detener el avance de la extrema derecha”.[2] El semanario alemán Der Spiegel puntualizó que la canciller Angela Merkel tiene razones para festejar, pues Rutte ha sido “su aliado más importante” en muchos temas ligados a la Unión Europea.[3]
El racista Wilders, que había prometido “des-islamizar” Holanda, sufrió en parte las consecuencias de su admiración pública por Trump, pues las políticas implementadas por éste fueron demasiado lejos para un sector de sus potenciales votantes.
El gran ganador de la jornada fue empero el partido Izquierda Verde, encabezado por Jesse Klaver, un joven de 30 años, de padre marroquí y madre descendiente de indonesios. Klaver, que desde 2015 supo construir una sólida base de simpatizantes por medio de pequeños encuentros en las redes sociales, se mostró también eficaz en los debates televisivos. En uno de ellos, seguido por 1,6 millones de espectadores, replicó a Wilders que no era la inmigración musulmana, sino el populismo de derecha, el que estaba socavando la cultura y las tradiciones holandesas.
Durante una entrevista de campaña, afirmó que “los valores que defiende Holanda… por muchas décadas, por siglos en realidad, son la libertad, la tolerancia, la empatía. [Los populistas] los están destruyendo”.[4]
Los observadores de la política holandesa advierten sin embargo que la amenaza xenófoba está lejos de haber desaparecido del país. Rutte no confrontó enfáticamente con los puntos de vista de Wilders y se apoyó en la recuperación de la economía y la baja del desempleo después de una larga crisis.
Algunos piensan que Wilders ha logrado empujar al gobierno un poco más hacia la derecha y que esperará una nueva oportunidad –una crisis de refugiados, un ataque terrorista o un eventual descontento con la administración- para recuperarse en las encuestas.
Además de las posibilidades asignadas a Marine Le Pen en los comicios por la presidencia de Francia, se espera que los euroescépticos Alternative Für Deutschland (AfD) ontengan sus primeras bancas en las parlamentarias de fin de año en Alemania.
¿Por qué ha Crecido el Nacionalismo Étnico?
El ascenso del populismo xenófobo en Europa y EEUU tiene un conjunto de causas que analizamos en otro informe de Cambio Cultural. Entre ellas se cuentan:
- El aumento de la desigualdad social y el debilitamiento del Estado de Bienestar experimentado por esos países en las últimas décadas.
- El surgimiento de una nueva economía donde los ganadores tienden a monopolizar el mercado.
- El impacto de las nuevas tecnologías de automatización y la inteligencia artificial en el mundo del trabajo.
- La competencia de las grandes economías emergentes, a través de la comercialización de productos baratos y la relocalización de empresas que buscan menores costos de mano de obra.
- El efecto de la inmigración proveniente de países pobres sobre los salarios y el empleo de los trabajadores locales..
- las consecuencias del rápido cambio cultural y la cultura de los inmigrantes. Los grupos locales que se aferran a los valores tradicionales sienten amenazada su identidad.
- El hecho de que el énfasis político brindado en tiempos recientes a las cuestiones culturales -los derechos de género y de las minorías, la ecología, etc.- no ha sido acompañado por una atención similar a los problemas cafa vez mayores de la inequidad de los ingresos y las transformaciones en el mercado laboral.
Cambio Cultural
Cultura Política Argentina
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REFERENCIAS
[1] Versión online: Romero, S. & Politi, D.: “Argentina’s Trump-Like Immigration Order Rattles South America”, New York Times, Feb 4, 2017. Versión impresa: “Argentina’s Immigration Crackdown Rattles Region”, February 5, 2017, Page A5.
[2] Henley, J.: “Dutch PM Mark Rutte sees off election threat of Geert Wilders”, The Guardian, March 16, 2017.
[3] Hecking, C.: “A Triumph of Reason. Dutch Election Slows Europe’s Populists”, Der Spiegel, March 16, 2017.
[4] Henley, J.: “GreenLeft proves to be big winner in Dutch election”, The Guardian, March 16, 2017.