La Tercera Ola de
Democratización y la
Evolución Posterior
José Eduardo Jorge
La medición de la democracia: definiciones operativas. Nivel o grado de democracia: índices numéricos. La democracia como variable de clasificación. El Índice de Democracia – Autocracia del Proyecto Polity. La clasificación dicotómica de Przeworski. El Índice de Derechos Políticos y Libertades Civiles de Freedom House. Nuevos índices de democracia. Evolución de la Democracia en el Mundo. La Tercera Ola (1974-2000). La Primavera Árabe. Tensiones y retrocesos de la ola democrática en años recientes. El ascenso del populismo xenófobo. Ver: La Crisis de la Democracia y el Impacto de la Desigualdad Social. Ir al artículo previo: Las Definiciones de la Democracia
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Cuando se intenta examinar las tendencias globales de democratización en términos precisos, cuantitativos, al problema de elaborar una definición teórica de democracia, se agrega el de hacerla operativa, es decir, de establecer dimensiones e indicadores para medirla. La investigación internacional recurre a un pequeño número de definiciones operacionales, que aquí utilizaremos para explorar la difusión mundial de la democracia a lo largo del tiempo.
La democracia puede ser definida operativamente como una variable continua –por ejemplo, mediante la construcción de un índice numérico o de una escala ordinal-, o en términos de una variable de clasificación, que distinga a las democracias de las no democracias.
Hay un interesante debate entre quienes sostienen que la democracia es una propiedad que los regímenes políticos poseen en mayor o menor grado, y aquellos que la consideran una totalidad o sistema cuyos atributos fundamentales sólo pueden estar presentes o ausentes.
Para estos últimos, es incorrecto hablar de regímenes “semidemocráticos”: la división entre las democracias y las no democracias es tajante; los grados de democracia existen sólo entre las primeras. Otros autores, adoptando una posición pragmática, ven estos enfoques como estrategias alternativas, igualmente útiles según los objetivos y el contexto de la investigación.[1]
A fin de evaluar la evolución de la democracia a lo largo del tiempo, es posible calcular, para el conjunto de países, un promedio anual del nivel de democracia medido por un índice numérico, o bien contar el número de democracias y de no democracias presentes en cada año.
El Proyecto Polity IV
Una de las medidas más utilizadas procede del proyecto Polity, iniciado por Gurr en los años setenta, que ha pasado por sucesivas fases de desarrollo y llega hasta la actualidad. Consiste en un índice de Democracia – Autocracia para cada país y año, en una serie que, en la versión Polity IV, comienza en el año 1800 con 22 estados y se prolonga hasta el presente con más de 160.
El concepto de democracia contiene tres aspectos interdependientes: instituciones y procedimientos para que los ciudadanos pueden expresar sus preferencias sobre autoridades y políticas alternativas, límites institucionales al poder del ejecutivo, y garantías de libertades civiles para todos los ciudadanos, aunque estas últimas no se miden en la práctica.[2]
La escala de democracia varía entre 0 y 10, mediante la suma de los puntajes asignados a cada país en cada una de las siguientes dimensiones: la competitividad del proceso de selección del ejecutivo (de 1 a 2 puntos), la apertura de ese proceso de selección (1 punto), los límites al poder del ejecutivo (1 a 4) y la competitividad de la participación política (1 a 3).
Para esta evaluación, se tiene en cuenta, por ejemplo, si el jefe de gobierno surge de elecciones competitivas y transparentes en las que participan al menos dos partidos o candidatos; si no hay grupos o temas significativos excluidos en forma regular del proceso político; si otros organismos del Estado, como el poder legislativo, tienen una autoridad por lo menos igual a la del ejecutivo, y cuestiones similares. Como se desprende de los puntajes, la escala otorga un peso destacado al control del poder del jefe de gobierno mediante mecanismos de accountability.
La escala de autocracia se construye con las mismas cuatro dimensiones y puntajes que la de democracia y tiene, igualmente, un valor final de 0 a 10. Como hay estados que poseen simultáneamente rasgos de autoridad democráticos y autocráticos, el puntaje final es un índice combinado que surge de restar al valor de la escala de democracia el de la escala de autocracia. El índice Polity de un país asume, en consecuencia, valores entre +10 (totalmente democrático, como son las democracias consolidadas) y -10 (totalmente autocrático, es decir, monarquías hereditarias).
Utilizando la base de datos del proyecto, hemos calculado el nivel de democracia en el mundo para el periodo 1800-2007, como promedio anual del índice combinado sobre el conjunto de países (Figura 1).
El pico anterior a nuestra época se alcanza a principios de los años veinte. Desde allí, el índice inicia una caída que toca un piso en 1940; vuelve a recuperarse hasta un valor que ronda el cero en 1945, para entrar en una meseta hasta fines de los años cincuenta. Otro declive encuentra un valle en 1977; en ese momento, comienza el ascenso que llega hasta fines del Siglo XX. El valor de la cresta de 1921 se supera recién en 1993.
Estos ciclos coinciden a grandes rasgos con las tres “olas democratizadoras” y las dos “olas reversas” identificadas por Samuel Huntington..
Figura 1
Evolución del Nivel de Democracia en el Mundo
Índice Polity IV – Periodo 1800-2015
- El eje de ordenadas indica el promedio anual del Índice Polity para el conjunto de países. Escala: +10: Totalmente democrático; -10: Totalmente Autocrático. Fuente: Jorge, José Eduardo (2010): Cultura Política y Democracia en Argentina, Edulp, La Plata, p. 46. Elaboración propia, a partir de la base de datos del Proyecto Polity IV. Datos actualizados por el autor hasta 2015.
El régimen político vigente en un país y año determinados puede clasificarse como democracia o autocracia según el puntaje Polity obtenido. Siguiendo los criterios recomendados por los investigadores del proyecto, consideramos democracias a los regímenes con puntajes entre +6 y +10; autocracias, a los que tienen valores entre -6 y -10; “anocracias” o regímenes híbridos –formas intermedias, mixtas o incoherentes-, a los que califican entre +5 y -5. Calculamos luego el número anual de cada uno de estos tres tipos de régimen para examinar su evolución en el periodo 1900-2007 (Figura 2).
Observamos, en particular, el fuerte crecimiento de la autocracia desde fines de los años cincuenta, hasta la cima de 1977, año en el que rige en el 64% de los países. Luego, experimenta una brusca declinación –que se acentúa al término de la década del ochenta-, en forma paralela al ascenso de la democracia.
Ésta se convierte en el régimen más numeroso de los tres en 1990, pero recién en 2001 se extiende a más del 50% de los países. Los indicadores positivos del periodo de la Tercera Ola se ven algo empañados por el aumento del número de anocracias a partir de 1989; se ha observado que estos regímenes tienden a ser inestables y, en ocasiones, a sufrir graves conflictos internos (ver una síntesis histórica de la Tercera Ola). .
Avanzando ya en nuestro siglo XXI, la ola democratizadora pierde impulso y el número de democracias tiende a estabilizarse. En este último periodo, el promedio anual del índice de democracia /autocraicia de la Figura 1 no registra empero una declinación de la tendencia favorable a las instituciones representativas, como sí revela el índice de Freedom House que se examina más abajo.
Figura 2
Evolución Mundial de los Tipos de Régimen Político
Clasificación basada en el Índice Polity IV
Periodo 1900-2015
- El eje de ordenadas indica el número de países. Fuente: Jorge, José Eduardo (2010): Cultura Política y Democracia en Argentina, Edulp, La Plata, p. 47. Elaboración propia, a partir de la base de datos del Proyecto Polity IV. Datos actualizados por el autor hasta 2015.
El enfoque de Adam Przeworski
Przeworski y sus colaboradores adoptan una concepción dicotómica y, al mismo tiempo, minimalista en sentido schumpeteriano. Un estado es democrático si el jefe del ejecutivo y los miembros del poder legislativo son seleccionados mediante elecciones competitivas en las que participan al menos dos partidos.
Quienes ocupan los cargos electivos deben rotar a intervalos razonables. La oposición ha de tener posibilidad real de ganar: si un partido no pierde nunca una elección, el régimen es clasificado como autocrático [3].
Esta formulación excluye la idea de la democracia como una propiedad que puede presentarse en grados: los regímenes en los que no hay elecciones competitivas para ocupar los puestos ejecutivos y legislativos no son democráticos en grado alguno. Los supuestos casos fronterizos o híbridos sólo reflejarían malas reglas de decisión o información insuficiente.
La evolución del número de democracias y autocracias en el mundo según la definición de Przeworski y sus colaboradores fue expandida y actualizada hasta 2002 por Cheibub y Gandhi, en un paper inédito cuyos datos han sido publicados por Norris [4].
Según la serie de la Figura 3, que hemos construido para el periodo 1972-2002, el número de democracias recién supera al de las autocracias en 1992.
Figura 3
Evolución de los Tipos de Régimen Político en el Mundo Clasificación dicotómica (Cheibub y Gandhi)
Periodo 1972-2002
- El eje de ordenadas indica el número de países. Fuente: Jorge, José Eduardo (2010): Cultura Política y Democracia en Argentina, Edulp, La Plata, p. 48. Elaboración propia a partir de datos publicados por Norris (2008).
Freedom House
Una medida ampliamente utilizada en los estudios internacionales es el Índice de Derechos Políticos y Libertades Civiles aplicado anualmente por la organización Freedom House desde 1972. [5] La metodología, desarrollada e implementada por Gastil hasta 1989, consiste en una encuesta basada en una lista de atributos con los que un grupo de analistas evalúa a cada país.
A la dimensión de la competencia y la participación política, el estudio agrega la esfera de derechos civiles no incluida por otras mediciones. La evaluación de los Derechos Políticos comprende la calidad del proceso electoral, la amplitud de la participación y el pluralismo político y el nivel de eficacia, transparencia y rendición de cuentas en el funcionamiento del gobierno.
El puntaje asignado a las Libertades Civiles depende del grado en que rigen las libertades de creencia y expresión, los derechos de asociación y organización, el Estado de Derecho y, finalmente, la autonomía personal y los derechos individuales. .
Tanto los derechos políticos como las libertades civiles se miden en escalas de siete puntos que, una vez sumadas y promediadas, permiten clasificar a los países, según el puntaje obtenido, como “libres”, “parcialmente libres” y “no libres”.
El mapa mundial adjunto (Figura 4) muestra la relación entre el índice de Freedom House, considerado como un indicador de «nivel de democracia», y la cultura política democrática de cada país, medida como el porcentaje de la población con valores democráticos arraigados según un índice basado en datos de la Encuesta Mundial de Valores (World Values Survey). Para proporcionar una interpretación más intuitiva del índice de Freedom House, en el gráfico éste ha sido transformado en un puntaje -invertido respecto del original- que varía entre 0 y 10.
Figura 4
El Índice de Freedom House y su Relación
con la Cultura Política Democrática
- Fuente: Jorge, José Eduardo (2015): “La cultura política argentina: una radiografía”, Question 1(48), pp. 372-403. El índice de Freedom House ha sido transformado en una escala (invertida respecto de la original) de 0 a 10. Las categorías Democracias Plenas, Nivel Intermedio y Autocracias corresponden, respectivamente, a los países Libres, Parcialmente Libres y No Libres de Freedom House. Ver Cómo Influye la Cultura Política. Click en la imagen para agrandar
Freedom House distingue entre “país libre” y “democracia electoral”. Para ser considerado una democracia electoral, un estado debe contar, como mínimo, con un sistema de partidos competitivo, sufragio universal, elecciones regulares limpias y acceso de los partidos al electorado a través de los medios de comunicación y la acción política.
La calificación de “país libre” requiere, además, reunir un conjunto de atributos en la dimensión de las libertades civiles. Por esta razón, en la clasificación final, hay democracias electorales incluidas entre los estados “parcialmente libres”.
Nuevos Índices de Democracia
En años recientes se han multiplicado los estudios sobre los criterios teóricos y metodológicos para medir la democracia, así como las iniciativas para producir nuevos índices y series temporales de datos.
Estas medidas difieren en el tipo y cantidad de sus componentes e indicadores, en el peso que les otorgan y en los criterios de agregación. Pese a su diversidad conceptual y operativa, exhiben altas correlaciones entre sí. Sin embargo, sus sutiles diferencias suelen afectar los resultados de investigación.
Con pocas excepciones –y como sucede con los índices Polity y Freedom House-, se basan solo en el juicio de expertos, cuya función es evaluar el desempeño de los países en cada uno de los ítems considerados. Según un número de investigaciones, los sesgos e inconsistencias de los jueces encargados de hacer los ránkings subjetivos son una fuente de errores de medición, que pueden afectar significativamente los análisis comparativos y modelos predictivos.
En Jorge (2018) (Valores Democráticos para Tiempos de Crisis: Hallazgos de Dos Teorías, Question 1(57), 1-33) hemos recurrido a una diversidad de nuevos índices de democracia a fin de examinar sus relaciones con los indicadores de cultura política democrática subrayados por las principales teorías de este campo de estudio.
Las medidas de nivel y calidad de la democracia analizadas incluyen –junto a Derechos Políticos y Libertades Civiles de Freedom House– Voz y Rendición de Cuentas (VAI) del Banco Mundial, que es uno de los Worldwide Governance Indicators (WGI) de este organismo multilateral; los índices de Transformación (BTI) y Gobierno Sustentable (BSGI) de la fundación alemana Bertelsmann, y el Barómetro de la Democracia del Centro de Investigaciones en Ciencias Sociales de Berlín (WZB) y la Universidad de Zúrich (UZH).
La indagación se extiende además a dos medidas de “Democracia Efectiva” propuestas por Ronald Inglehart y Christian Welzel, que surgen de combinar el índice de Freedom House con los indicadores de Estado de Derecho (RLI) y Control de la Corrupción (CCI) del Banco Mundial y con las medidas de Derechos de Integridad Física (PIR) y Derechos de Empoderamiento (ER) pertenecientes a Cingranelli-Richards Human Rights Data Project (CIRI) (Inglehart y Welzel, 2005; Welzel, 2013; Alexander, Welzel e Inglehart, 2011).
El estudio –publicado aquí en versión extendida (ver Concepciones de la Democracia y Cultura Políica) demuestra las elevadas correlaciones de todas estas medidas con los indicadores de cultura democrática basados en los valores de “autoexpresión” o “emancipación” de Inglehart y Welzel y de los valores de “autonomía” e “igualitarismo” de Shalom H. Schwartz. Como ilustración, la Figura 5 presenta una de estas relaciones, en este caso entre VAI y el mismo índice de cultura política democrática de la Figura 4.
Figura 5
Voz y Rendición de Cuentas (VAI) y la Cultura Política Democrática
- Fuente: Jorge, José Eduardo (2018). Valores Democráticos para Tiempos de Crisis. Hallazgos de Dos Teorías. Question, 1(57), 1-33. Click en la imagen para agrandar
A partir de una muestra de 100 países, nuestra investigación usa las variables culturales de estas dos teorías de los valores para predecir cada uno de los índices de democracia en modelos de regresión multivariados, que incluyen una batería de variables de control económicas, políticas y sociales. El análisis permite indagar los valores que subyacen en distintos modos de concebir y medir la democracia.
La medición de la Tercera Ola y el declive democrático posterior
Las tres medidas de democracia expuestas, igual que otras menos difundidas, han sido objeto de críticas conceptuales y metodológicas. El índice Polity y la dicotomía de Przeworski y sus colaboradores no contemplan, por ejemplo, la inclusividad de la participación electoral y la extensión de los derechos civiles.
Algunos señalan que el instrumento de Freedom House descansa en una concepción maximalista, con atributos en exceso, no claramente relacionados y a veces redundantes. De los procedimientos de evaluación de Polity y Freedom House se ha objetado que no son del todo transparentes, mientras que las reglas de Przeworski y sus colaboradores son tan minimalistas que fallan en identificar autocracias electorales.
Los resultados, sin embargo, no divergen en lo fundamental sobre el periodo de la Tercera Ola. Los tres indicadores reflejan la fuerte expansión de la democracia en el cuarto final del Siglo XX. De acuerdo con los datos de la Tabla 1 entre 1974 y 2001 el número de democracias aumentó un 141% según el índice Polity IV y un 188% para la dicotomía de Przeworski.
Los países “libres” de la organización Freedom House crecieron en el mismo periodo un 121%, pero para este último índice, todavía en 2006, la democracia en un sentido pleno regía en menos de la mitad de los países.
Al promediar la primera década del Siglo XXI, los signos de agotamiento del impulso democratizador dieron paso a un nuevo fenómeno. A partir de 2006, en efecto, el índice de Freedom House ha detectado un continuo declive de la tendencia democrática global.
Tabla 1
Evolución del Número de Democracias en el Mundo
Periodo 1974-2015
- Los porcentajes están calculados como el número de democracias sobre el total de países en cada año. Jorge, José Eduardo (2010): Cultura Política y Democracia en Argentina, Edulp, La Plata, p. 50. Datos actualizados por el autor hasta 2016
En diciembre de 2010, estalló en Túnez una ola de levantamientos populares y protestas que se extendió rápidamente por todo el Medio Oriente y el Norte de África, una de las partes del mundo que ha sido por largo tiempo menos hospitalaria para la democracia.
En lo que pronto fue calificado como la Primavera Árabe, hacia febrero de 2011 virtualmente en todos los países de la región se producían demostraciones masivas que reclamaban cambios políticos (Lynch, 2014; Kamrava, 2014). La prensa occidental habló extensamente de «Revoluciones Twitter«, debido al uso que muchos grupos de jóvenes manifestantes hicieron de las redes sociales como herramienta de organización.
Resultados inmediatos de la agitación popular fueron las caídas de los presidentes autocráticos de Túnez y Egipto y, meses más tarde, de Libia. Pero las expectativas de una veloz democratización del mundo árabe se vieron pronto defraudadas por la reacción, generalmente represiva, de los regímenes autoritarios de la región.
Solo en Túnez, donde las organizaciones de la sociedad civil han ejercido un rol protagónico, la democracia ha logrado ser instaurada y prosperar. Los observadores y estudiosos consideran, sin embargo, que la última palabra sobre la Primavera Árabe no está dicha. Se destaca en particular el papel de las generaciones jóvenes, cuya educación, hábitos de información y aspiraciones chocan con las características de los regímenes imperantes, así como un despertar de la conciencia de la mujer, históricamente relegada en las sociedades árabes.
El ascenso del populismo xenófobo
De acuerdo con Freedom House, en 2016 se cumplieron 11 años consecutivos de retroceso global de las libertades democráticas. En la Tabla 1 vemos que, si bien el número de democracias electorales ha permanecido casi estable entre 2006 y 2016, la proporción de países «libres» ha descendido del 47% al 45% del total de naciones analizadas.
De hecho, en 2016 la erosión de la democracia se ha visto acentuada. En los años previos, el deterioro de los derechos políticos, las libertades civiles o ambos, estaba mayormente concentrado en países que ya tenían regímenes autocráticos. Rusia y China son los ejemplos más notorios. Pero en este último año, las que dominaron la tendencia fueron las democracias establecidas. El signo ostensible de este fenómeno ha sido el avance del populismo xenófobo en varios países de Europa Occidental y Central, así como en EEUU.
Luego del triunfo de Donald Trump en la elección presidencial norteamericana de 2016 y la victoria, ese mismo año, de la opción por abandonar la Unión Europea en Gran Bretaña -conocida como Brexit-, los partidos de extrema derecha perdieron en 2017 elecciones clave en Holanda y Francia,, pero tuvieron luego una resonante escalada en Alemania e Italia. En Hungría y Polonia ya han accedido al poder.
El ascenso del nacionalismo étnico en las democracias posindustriales reconoce un conjunto complejo de causas. Una parte importante de la explicación reside en el aumento de la desigualdad social sufrido por esos países en las últimas décadas (Piketty, 2014). Las políticas redistributivas que caracterizaron la economía de posguerra -especialmente en Europa Occidental- comenzaron a ser abandonadas a partir de los 80 y llevaron al debilitamiento del Estado de Bienestar.
La acrecida inequidad social también ha sido impulsada por los efectos de las nuevas tecnologías en el mundo del trabajo. La automatización y la Inteligencia Artificial impactan ahora no solo en los empleos menos calificados, sino además en los profesionales y otros de alta calificación. Como resultado, los ingresos y las condiciones de vida de la clase media se han estancado o disminuyen.
Al mismo tiempo, las ganancias de los altos ejecutivos (CEOs), los emprendedores de alta tecnología y los hombres de finanzas, han subido en forma exponencial. La riqueza tiende así a concentrarse, como sucede en EEUU, en el 1% superior de la escala de ingresos.
La globalización, por otra parte, ha conducido a la reducción de la pobreza en sociedades como China y la India, pero conlleva asimismo la competencia de estas y otras economías emergentes con los países industrializados. Esto incluye no solo la entrada de productos baratos en los mercados de las sociedades desarrolladas, sino además la relocalización de empresas de estas últimas en las naciones con costos laborales más bajos. La inmigración desde los países más pobres hacia el mundo industrializado ha afectado seriamente en este contexto los salarios y el empleo de los trabajadores locales.
Estos procesos económicos y tecnológicos confluiyen con las derivaciones del rápido cambio cultural experimentado por las sociedades industrializadas desde los años 60. Debido a los cambios de valores impulsados por las nuevas generaciones, producto a su vez del desarrollo económico, la agenda política pasó a ser gradualmente dominada por los temas culturales: las cuestiones de género, los derechos de las minorías, el aborto, la ecología, etc.
El énfasis en las políticas de identidad no fue acompañado por una atención similar hacia los problemas nacientes en el mundo del trabajo y la desigualdad de los ingresos. Además, desde el momento en que se hicieron visibles en la década del 60, los nuevos valores han producido reacciones de oposición por parte de los grupos que se aferran a los valores tradicionales -familiares, nacionales y religiosos-. Como parte de esta reacción, ha tenido lugar un conjunto de realineamientos partidarios que ha llevado a amplios sectores de trabajadores a votar por partidos de derecha (Inglehart, 1971, 1997; Inglehart y Norris, 2017).
Igual que los recurrentes ataques terroristas y las oleadas de refugiados en suelo europeo, la crisis financiera de 2008 agravó las consecuencias de los procesos estructurales descriptos y vino a fortalecer a los partidos y líderes xenófobos, que explotan la situación de inseguridad económica y el sentimienro de los grupos de la población que perciben en los inmigrantes una amenaza a sus condiciones de vida, valores tradicionales e identidad cultural.
Los líderes populistas se han beneficiado asimismo de la pérdida de confianza del público en las instituciones y partidos políticos tradicionales. Esta tendencia, observada también a partir de los 60 y que desde entonces no ha dejado de acentuarse, se debe en parte al surgimiento de «ciudadanos críticos» (Norris, 1999; Dalton y Welzel, 2014) como producto del cambio cultural posindustrial.
Ver también: Nuevos Índices de Democracia
Sigue: Problemas de las Nuevas Democracias
Anterior: Definiciones de la democracia
José Eduardo Jorge (2010): Cultura Política y Democracia en Argentina, Edulp , La Plata, Cap. 1, pp. 43-50.
Artículo ampliado y actualizado por el autor en febrero de 2019
Tema Ampliado: I – II – III – IV – V – VI
Cambio Cultural
Cultura Política Argentina
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Enlaces Externos
Índice de Derechos Políticos y Libertades Civiles
de Freedom House: Freedom in the World
NOTAS Y BIBLIOGRAFÍA GENERAL
[1] Collier and Adcock, 1999; Munck and Verkuilen, 2002; Coppedge, 2005; Hadenius and Teorell, 2005; Schedler, 2005; Bowman et al., 2005.
[2] Ver http://www.systemicpeace.org/polity/polity4.htm
[3] Przeworski et al., 1996.
[4] Los datos corresponden a Cheibub, José and Gandhi, Jennifer: “A six-fold measure of democracies and dictatorships”, Annual Meeting of the American Political Science Association, 2004.
[5] Ver http://www.freedomhouse.org.
BIBLIOGRAFÍA ADICIONAL
Alexander, A., Inglehart, R. & Welzel, C. (2011). Measuring effective democracy: A defense. International Political Science Review, 33(1), 41–62.
Dalton, R. y Welzel, C., (eds). (2014). The Civic Culture Transformed. New York: Cambridge University Press.
Inglehart, R. & Norris, P. (2017): Trump and the Xenophobic Populist Parties: The Silent Revolution in Reverse. Forthcoming in Perspectives on Politics, June.
Inglehart, R. y Welzel, C. (2005). Modernization, Cultural Change, and Democracy. Cambridge: Cambridge University Press.
Inglehart, R. (1997): Modernization and Postmodernization. Princeton: Princeton University Press.
Inglehart, R. (1971): The Silent Revolution in Europe, American Political Science Review, 65(4): 991-1017.
Jorge, J.E. (2018). Valores Democráticos para Tiempos de Crisis. Hallazgos de dos Teorías. Question, 1(57), 1-33.
Kamrava, M. (ed.) (2014): Beyond the Arab Spring. The Evolving Ruling Bargain in the Middle East. New York: Georgetown University (School of Foreign Service in Qatar) / Oxford University Press.
Lynch, M. (ed.) (2014). The Arab Uprisings Explained. New Contentious Politics in the Middle East. New York: Columbia University Press.
Norris, P. (ed.) (1999). Critical Citizens. Oxford: Oxford University Press.
Piketty, T. (2014). Capital in the Twenty- First Century. Cambridge: The Belknap Press of Harvard University Press.
Welzel, C. (2013). Freedom Rising. New York: Cambridge University Press.